"¡NO TODO LO QUE ESTÁ ENVUELTO ES UN REGALO!" le grité a mi primo de 9 años cuando se lanzó a una bolsa de basura llena de cajas de regalo respectivamente envueltas y adornadas, en Navidad. El niño es un idiota, se hace pendejo, se comporta como si tuviera 5 años, tiene voz de pito camotero y está consciente de todo lo anterior.
Mi frase me pareció demasiado profunda para mi vida en familia, así que después agregué al oído de otro primo: "Hay que envolverle una mierda".
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